Supongo que no
hace falta que os lo cuente nadie, que ya os suponéis como acabó la cosa con
Mark. No sé si es que antes no me había fijado, o que hizo esfuerzo por que nos
encontráramos más a menudo, porque a partir de ese día empecé a verle casi
todos los días. Eso junto con un par de visitas más a la tienda en la que
trabajaba con la excusa de aquel disco de Nirvana, hizo que al cabo de una
semana, Mark me pidiera salir. Poco recuerdo ya de aquel verano de 1995, pero
os sacaré un extracto de mi diario (como ya vengo haciendo) para que veáis como
fue la despedida.
Nueva York, 1995.
Estoy
en el avión, derrumbada. Hace apenas un par de horas me despedí de Mark, entre
lágrimas. No se si le quiero, y si es así, no sé si seguiré haciéndolo cuando
vuelva en Navidad. Pero espero que sí, de momento hemos quedado en mandarnos
cartas… aunque no sea lo mismo. Se ha comprometido a escribirme una carta cada
día, y enviármelas todos los viernes. Además, nos intentaremos llamar una vez
cada, por lo menos, dos semanas. Como recuerdo, yo le he dado una pulsera que
me compré en París. Él me ha regalado la púa con la que me tocaba la guitarra.
¿Qué saldrá de todo esto? Dicen que lo que no nos mata nos hace más fuertes,
pero no sé yo.
De los vagos recuerdos de las primeras
semanas tras mi vuelta, siempre tengo en mi mente los días que llegaba el
correo. Recuerdo también la primera vez que escuche su voz por teléfono, fue el
día que me di cuenta de que no lo tenía superado, de que una relación con una
persona que está separada de ti por un inmenso océano no puede ser posible. Y,
que de serlo, no lo sería entre dos críos de poco más de dieciséis años. La
siguiente vez que hablamos, nos dimos cuenta de que nos estábamos haciendo
daño. Que cuando nos viéramos, podría volver a ser lo mismo si ambos queríamos,
pero no mientras estuviera en Francia y él en Nueva York. Seguimos manteniendo
el contacto, y cuando fui en Navidad, me fue a buscar al aeropuerto. Una vez
regresé a Francia de nuevo, la cosa se fue enfriando, la correspondencia se fue
espaciando cada vez más casi hasta desaparecer, y sus cartas no guardaban
bonitas palabras, como en un principio. Mi prima me contaba que no tenía una
novia nueva, y ya casi no me importaba. Supuse que lo nuestro se había acabado
definitivamente hasta que, dos semanas antes de tener que volver a Nueva York
en verano, recibí una carta suya. Decía que todavía quería volver a verme
aparecer en el aeropuerto con una sonrisa, como en Navidad. Me lo creí como una
tonta, y de las cenizas resurgió un fuego vivaz y apasionado… Hasta que volví a
Nueva York.
Charlotte.
________________________________________________
Bueno, creo que con esto ya os he puesto al día sobre ese tal Mark. Ahora mismo estaríamos en aquella lejana entrada en la que Charlotte llega a Nueva York y se entera de que está con otra (aquí). Así que para ver que pasa en adelante, os veré en la próxima entrada. Aunque tampoco creo que esté mucho más tiempo con la adolescencia de Charlotte. Un besazo
Me gusta la historia ya quiero saber como continúa (:
ResponderEliminarwww.vamosafumarnos-la-ciudad.blogspot.com
Me ha encantado tu blog! y esta mini historia, aunque no sepa muy bien de donde es porque es la primera vez que me paso jajaja
ResponderEliminarpdta. me sentí identificada :|
te pasas? ^^ http://in-animada.blogspot.com/
Vaya, vaya... Con lo mono que parecía.. :$
ResponderEliminaren fin, espero la próxima entrada, deseando saber que pasa cuando vuelve a Nueva York :)
Momobesos...
Me encanta esto, el blog, todo.. es tan parís.
ResponderEliminarVos me entendes..
en respuesta a tu comentario en Todo sobre nosotras:
ResponderEliminarEs mi vida de verdad :) Y sí, yo me vuelvo loca con tanto blog, pero es que me gusta separar las cosas x)
Un besito Kat.
Pasada de historia ! *___*
ResponderEliminarte sigo !
Pasatee !!
http://train-coollife.blogspot.com/
Me gusta, me gusta :3
ResponderEliminarGracias por seguirme en el nuevo blog <3